El texto que usted escribe debe demostrarme que me desea. Esa prueba existe: es la escritura. La escritura es esto: la ciencia de los gozos del lenguaje, su kamasutra.
No es la ‘persona’ del otro lo que necesito, es el espacio: la posibilidad de una dialéctica del deseo, de una imprevisión del gozo: que las cartas no estén echadas sino que haya juego todavía.
El placer del texto.
El placer del texto es ese momento en que mi cuerpo comienza a seguir sus propias ideas -pues mi cuerpo no tiene las mismas ideas que yo.