Con Marina escribíamos guiones por las mañanas, estudiábamos periodismo por las tardes y practicábamos capoerira por las noches de Rosario. Nos graduamos de lo segundo y nos perdimos el rastro.
Años después coincidimos en Barcelona. Ella se ‘ganaba la vida’ colgada en las tiendas del casco antiguo de la ciudad mientras que yo la fotografiaba.
Hoy es trapecista en el Circ Cric y está actuando en Sant Esteve de Palautordera y yo…
Me enamoré del malabarista de sombreros, para no variar!