Anoche salí de la casa de mi amigo P con quien compartimos una larga y profunda conversación. Me prestó una recopilación de novelas de Álvaro Mutis y me recomendó sobre todo una.
Iba a entrar al metro cuando decidí bajar andando. Un hombre que esperaba un taxi, al verme, cambió de opinión y dicidió seguirme. Comenzó a hablarme y yo que iba feliz, sonreí. Cómo no! Así que un trecho de mi camino lo recorrí con un desonocido y simpático corredor de seguros. Eso dijo que era, dándome una tarjeta personal que lo autentificaba. Me contó que los fines de semana suele ir a pedalar por la Carretera de las aigüas y que lo llamara para hacer algo juntos. Era colombiano con más de veinte años en este país. La tarjeta la guardé. A ver si un día de estos me animo y me da por telefonear-lo.