Esperaba, sin apuro, que pasara la hora crítica de calor. Mientras tanto, buscaba frescura acostada en el suelo del comedor, oscurecido adrede. Mi mirada se posó, meditativa y alternativamente, en tres fotografías colgadas en la pared de enfrente. Entre silencio y silencio le pregunté al ocupa de la casa de quién eran. ‘De un tipo de Mar del Plata re-grosso’, dijo. ‘¿Y dónde vive?’, curioseé. ‘Allá’, respondió. ‘Y qué hace un tipo re-grosso viviendo en Mar del Plata. Si ahí solo hay lugar para estafadores de turistas’ pensé, con el ramalazo de prejuicios e ignorancia que aún me queda.
Impulsivamente, cogí mi Pentax analógica, enfoqué una de las imagen e introduje en el cuadro un trozo de mi cuerpo. No era conciente entonces que, al ejecutar esa acción, estaba entrando en su mundo. Y viceversa.
Autorretrato con fotografía de Mario Gemin, de su serie casi inédita.