Debía ir más allá. Debía cruzar el puente. Quería ir más allá. Quería cruzar el puente.
Pero hoy: ¿qué significa eso? No lo supe a priori. Ahora lo sé a posteriori.
En este juego que me he propuesto vivir, fui más allá de la posible rutina de un sábado de ocio y crucé el puente de la tristeza. Que era lo que sentía.
La dificultad de muchos puentes es que son tan largos que uno no ve la parte final. Y eso da miedo. Y solo se cruza cruzando. Y solo se sale saliendo.
En el plano de la acción y las ideas, sé que puedo hacer/pensar cosas útiles. También sé que puedo hacer/pensar cosas inútiles. Además que, por una cosa y por otra, todo es útil y, en definitiva, esta dicotomía no es más que un juicio… más.
Pero el plano de las emociones y los deseos no admite juicios y etiquetas. Esa vieja estructura de querer explicarlo y entenderlo todo acá no hace más que entorpecer. En el plano de las emociones y los deseos, si soy honesta, solo puedo: sentir lo que siento y desear lo que deseo. Sentí tristeza y soledad. Deseé cerrar los ojos y apagarme.
Como cantó Gustavo:
Cruza el amor,
cruza el amor por el puente.
Usa el amor,
usa el amor como un puente.
Very nice!