Controlar sutilmente a una persona, a un grupo, o a la sociedad entera, impidiendo que sus opiniones y acciones se desarrollen natural y libremente.
Confieso que me he dejado manipular. Y no solo eso. Confieso que he buscado que me manipulen.
El jefe, el novio, el maestro, el amigo, la landlady. Okay.
Todo tiene que ver con mi bendita y ultravenosa carencia afectiva. Una sutil y enferma combinación entre mi tezudez de cambiar las reglas del juego y aceptarlas sin más, como una triste víctima.